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Una lagrima me rodó por la mejilla, mientras oprimía el gatillo, luego
la persona a la que amaba yacía en el suelo con un pequeño agujero por arriba
de su ceja, las cejas que una noche antes bese con pasión y un agujero enorme
donde debería estar el hueso occipital, una mezcla viscosa de huesos, sangre y
sustancia gris esta esparcida por la pared y el respaldo de la silla que
gracias a ser de fuerte cedro no había caído con el impacto, el plato de arroz
frito que le había servido aun humeaba en la mesa, como me hubiera gustado ver
su cara de asombro y dolor cuando se diera cuenta que tenía veneno, raticida
para que muriera como la alimaña que es, o que más bien fue mientras vivía,
tenía hambre y no iba a dejar que unos cuantos sesos desparramados me dejaran
sin comer, ya habría tiempo para limpiar ya hasta había comprado cloro y ácido
para deshacerme del cuerpo y valla que cuerpo, supongo que lo extrañare, pero
ya habrá más hombres en este mundo que me quieran y que no se atrevan a
engañarme.
Tomado del diario de Susan Oldver autora de un crimen
pasional.
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