Martha miraba en todos los estantes de las
tiendas, queriendo encontrar aquellas zapatillas azules con las que se había
topado la última vez que salió de compras. Buscaba y buscaba, pero no recordaba
en que tienda estaban.
—Señorita, ¿podría mostrarme las zapatillas?
—preguntó Martha, a una linda chica que acomodaba algunos zapatos deportivos en
un gran escaparate.
—Por supuesto, permítame un momento. —contestó
la chica, mientras colocaba el último par de Nikes.
La joven la llevó al frente de un gran estante,
donde había infinidad de zapatillas, con tacones grandes y pequeños, cerradas y
abiertas, desde rosas hasta negras, pero no veía por ningún lado las azules que
recordaba.
—¿Buscaba alguna en especial? —preguntó la
joven empleada ante la cara de decepción de Martha.
—Sí, unas azules de tacón alto que vi la semana
pasada.
—Ya se cuales, —dijo la joven—, pero apenas
ayer se llevaron las ultimas.
—¿Cuándo traerán más?
—En dos semanas, es cuando se surte la bodega.
—Está bien, gracias. —dijo Martha mientras
salía de la tienda maldiciendo entre dientes, pues pensaba llevar esas
zapatillas a la fiesta que su mejor amiga daría el sábado.
Seguía recordando las zapatillas e imaginando
como se le verían, cuando la dulce melodía de Abba, Dancing queen, la sacó de
sus pensamientos, Tomó su celular y con la maestría, que solo las mujeres
tienen, contestó en unos pocos segundos.
—Martha Della Rouvere. —contestó secamente,
pues no estaba de humor para hablar con alguien.
—¡Mamá! —se escuchó del otro lado de la línea.
—No es buen momento para que llames, si
necesitas algo cuando llegue a casa me dices.
—Lo siento mucho, mamá, solo quería decirte que
te quiero. —al terminar de decir esto se escuchó un fuerte sonido el cual
aturdió por un momento a Martha.
Trato de entablar conversación con su hijo,
pero este no respondía, en su corazón sentía el presentimiento, de lo que su
cerebro repetía una y otra vez, ¡un disparo! pensaba, y efectivamente lo que
había escuchado fue un disparo, pues más tarde, cuando llegó a casa un oficial
de policía le dijo que su hijo se había suicidado con un revolver Colt python.
Un revolver, que su esposo conservaba como una herencia de familia y que, en
incontables ocasiones, ella, le había pedido que se deshiciera de él.
Natalia y Raúl corrían como todas las tardes,
su meta era llegar al periférico sur y de ahí regresar a casa. Todo el trayecto
les tomaba una ahora de ida y vuelta, por lo que tenían suficiente tiempo para
platicar sobre su día en sus respectivas escuelas.
—Hoy estudiamos a Edmund Gosse, un poeta del
siglo XIX. —dijo Natalia con gran entusiasmo—, puedes creer que al principio
trabajó como bibliotecario, pero al final se convirtió en un poeta muy
reconocido en su tiempo, —agregó la joven un poco agitada pues iban trotando
cuesta arriba.
Raúl solo se limitó a sonreírle, siguiendo con
la caminata y con la mirada puesta en el infinito.
—¿Te pasa algo mi vida? —pregunto Natalia, algo
preocupada por el joven.
—No es nada, solo que me está costando mantener
tu paso. —dijo el chico, mientras aceleraba el ritmo de su caminar.
—Si quieres descansamos un poco.
—No es necesario, además recuerda que la
caminata debe ser sin pausas.
Los jóvenes siguieron caminando tranquilamente
y charlando sobre poetas y sus obras, aunque Raúl seguía silencioso. Llegaron
al periférico, para pasar al otro lado de la carretera, tenían que cruzar por
un puente peatonal, Natalia tomó de la mano a Raúl pues ella siempre les había
temido a las alturas, aunque al lado de su amado siempre se sentía segura.
Cuando caminaban justo por la mitad del puente Raúl comenzó a llorar.
—Lamento mucho que veas esto... pero ya no lo
soporto más... recuerda siempre que te amo. —Le dijo Raúl a su novia.
El joven se trepó al barandal del puente y con
algo de indecisión saltó hacia la carretera, su cuerpo cayo pesadamente sobre
un auto wolskvagen color blanco, donde viajaba una madre y su pequeña hija,
quien acababa de salir de la escuela, Natalia entró en un shock total y se
desmayó, poco después se despertó en su cama, sentada a sus pies se encontraba
su madre. Esta cuando vio que su hija se despertaba le dedicó una sonrisa,
aunque en el fondo Natalia la percibió falsa, pues su madre se veía algo
preocupada y triste.
—¿Qué pasó mamá? —preguntó Natalia
—Es algo delicado, no quiero que te vuelvas a
desmayar. —Dijo la madre de Natalia y prosiguió—, Raúl, está muerto, se arrojó
de un puente peatonal, nadie sabe por qué lo hizo, por eso un detective de la
policía quiere hablar contigo.
Nuevamente Natalia cayó en shock, pero esta
vez, gracias a un fuerte abrazo de su madre, logró tranquilizarse, habló con el
detective, pues creía que podía darle algunas respuestas, pero más que estas,
solo la llenó de preguntas, unas más incómodas que otras.
En su cómodo despacho de la UECB, se encontraba
el Dr. Bernhard Clemens, quien era un médico genetista muy respetado a nivel
internacional, revisaba frenéticamente unos documentos que le habían entregado
en la mañana, al leer la última hoja se derrumbó y comenzó a llorar. Desde
hacía unos meses, el Dr. no estaba a gusto con su trabajo, pero debido a muchas
presiones tenía que realizarlo, sin embargo, ya se había cansado y conocía la
única solución.
El reloj de pared marcaba las 3:40 PM, Rosa,
como se llamaba la secretaria del Dr. Clemens sabía que la hora del té se
acercaba, por lo que comenzó a preparar el té de hiervas que tanto le gustaba
al Dr., siempre se había preguntado por qué una persona de origen alemán
practicaba una costumbre británica, pero nunca se había atrevido a
preguntárselo a su jefe. Sirvió el caliente liquido en una fina tasa de
porcelana, tomó unas cuantas galletas y entró en el despacho del Dr. Clemens.
Al entrar, horrorizada dejó caer el plato junto
con el té y las galletas, sus ojos no podían dar crédito a lo que contemplaba,
el Dr. Bernhard Clemens, yacía en su escritorio, con su corbata enrollada en el
cuello, de tal forma que lo había asfixiado, sus ojos vidriosos aun parecían
tener algo de vida, pero su rostro morado e inflamado dejaba ver un cadáver con
algunas horas de muerto.
Continuará...
Wow!! ¿Que? ¿Cómo? ¿Cuando? ¿Dónde?
ResponderBorrarQuiero la segunda parte
pronto continuare con la historia
BorrarMuy bueno, has mejorado mucho (y)
ResponderBorrarque bien que te gustó
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