En una ocasión,
salí de mi trabajo como eso de las 6 de la tarde, yo era una de esas personas
que cobran en las tiendas, por lo general cerrábamos más tarde, pero en esa
ocasión no había mucha clientela y con lo que estaba pasando en el pueblo, mi
jefe decidió cerrar temprano, por supuesto, yo no creí los rumores que corrían
por las calles, siempre los consideré fantasiosos y cuentos de hadas para niños
malcriados. Pero estaría a punto de pensar lo contrario…
Caminé por una
de las largas avenidas que me llevaban de la parte oeste de la ciudad al centro
de la misma, pues tenía ganas de comer un helado, tengo que admitirlo, cuando
se trata de postres tan dulces como ese no puedo resistirme, por lo que me tome
un momento de relajación y lo más que pude el cono de helado de chocolate con
gomitas y chispa} de sabores. Para esto, me senté en una de las bancas que
están cerca de la fuente del parque de la ciudad.
Lo feo aun no
empezaba, pero ya me sentía algo incómodo, creí que era el estrés del trabajo y
aunque olvidé todo eso me seguía sintiendo raro, como si algo malo estuviera
pasando o fuera a suceder, así que al terminar el helado me levanté y empecé a
caminar con dirección a mi casa. Disfruto caminar, por eso lo hice ese día y lo
sigo haciendo, aunque ahora lo hago con más precaución, mientras iba pensando
en lo que haría al llegar a casa comencé a sentir que alguien se aproximaba.
Era ese
sentimiento, que se tiene cuando algo malo esta por suceder, pero lo sentía
como si me siguiera. Volteé instintivamente hacia atrás, pero la calle estaba
desierta, muy raro pensé, pero luego recordé las noticias y me dije, que todos
eran unos estúpidos por creer en fantasías.
Seguí caminando y sentí algo más, la piel se me puso de gallina y
comencé a voltear a todos lados, pero la calle seguía estando vacía.
Como el sol,
estaba en crepúsculo, la oscuridad iba ganando terreno en la ciudad, las
farolas de las calles comenzaban a encenderse y con su luz reflejaban sombras
retorcidas y algo aterradoras. Apreté el paso, tengo que admitirlo, sentía algo
de miedo, un miedo que nunca había sentido y que espero nunca más sentir. Al
cruzar por una esquina sentí una gélida mano, que sujetaba mi abrigo, lo único
que pude hacer fue correr, o al menos eso intenté.
La cosa que me
sujetaba, era tan fuerte que no pude moverme por algunos segundos, después de
hacer algo de esfuerzo, escuché que mi abrigo se rasgaba y por el impulso caí
al suelo. Por mi edad, una simple caída me ponía mal, tardé en recuperarme y
como un niño, que se ríe después de hacer una tontería, pude ver que mi abrigo
se había atorado en un tubo. Qué vergüenza pensé, suerte que no hay nadie más
aquí. Un crujido me sacó de mis pensamientos.
Voltee por
inercia y justo en la mitad de la calle, sobre la que iba, se encontraba de pie
una figura hipnotizante, no se le veía rostro alguno, una especie de sotana
negra la cubría de la cabeza a los pies, parecía flotar en el aire, pues no
tocaba el piso al desplazarse. Me quedé lo más quieto posible, incluso tratando
de no respirar, pero era inútil, se aproximaba hacia mi…
Continuara…
pronto… J
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