Nunca me lo imagine, la carta me vinculaba
con el demonio, ¡sí!, con el demonio mismo, ese personaje que nos aterra, el
rey del infierno, tome valor y abrí la carta, no sé como pero comencé a leer
los símbolos raros que contenía y pude entender el mensaje corto pero claro, y
al mismo tiempo muy aterrador –tu alma me pertenece– decía aquel trozo de papel
escrito con sangre, cosa que hiso que me desmayase de la impresión.
Desperté aun aturdido y pensando que solo fue un sueño, me asegure de
que en realidad fuera un sueño, ¡pero no!, ahí seguía el papel, al que se le
pegaban las moscas por el material con el que estaba escrito. Me levante
rápidamente y le conté lo sucedido a mis padres, ellos no daban crédito de lo
que les decía hasta que vieron la pequeña misiva que había recibido, del
príncipe del infierno.
Mis padres me miraron y parecía que me tenían miedo, no sabía
explicarlo, de repente deje de conocerlos, mire mi cuerpo y este estaba cambiando,
de mi espalda empezaban a brotar un par de alas de murciélago, mis brazos y
piernas se ponían peludos y musculosos, de mi frente salían dos cuernos de
carnero los dedos y las orejas se me alargaban y mis ojos perdían su brillo
para transformarse en dos brasas ardientes.
No recuerdo más de lo que paso, hasta que nuevamente desperté de un
sueño del que no me hubiera gustado despertar, al abrir mis ojos lo primero que
vi fue a mis padres o lo que quedaba de ellos pues estaban desmembrados y sus
restos estaban esparcidos por toda la casa, las cuencas de sus ojos estaban
bacías y sus rostros mostraran una mueca de dolor intenso.
Mientras que mi cuerpo había regresado a la normalidad, pero dos cosas
me inquietaban la primera y la más desagradable era un intenso sabor a sangre
que no se me quitaba y la segunda es que estaba totalmente desnudo, otra cosa
que me asusto aún más fue que cerca de mi había otra carta donde se encontraba
escrito el nombre de mi próxima víctima…
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