Hace
varios años supe de una historia curiosa que ocurrió en una casita de campo
ubicada en un pequeño bosque perteneciente al estado de Chiapas, los
protagonistas de esta historia son una pareja que acababan de contraer
matrimonio y ya esperaban a su primer hijo, el padre de familia era
guardabosques así que no podía abandonar su puesto y se llevó a su esposa a
vivir con él.
El guardabosque se llamaba Eduardo y su joven esposa respondía al nombre
de Nadia, ella ya estaba en el último trimestre de embarazo así que necesitaba
atenciones especiales por lo que Eduardo contrato a una señora de la región
para que ayudara a su mujer, esta señora llamada Rocío era de origen náhuatl.
Todo marchaba bien en la casa pero cierto día al faltar nueve días para
el alumbramiento de Nadia comenzaron a suceder cosas extrañas, siempre se oían
risitas durante la noche y también ocurrieron infestaciones de insectos como
hormigas y escarabajos, según Rocío esto se debía a que los espíritus de la naturaleza
no estaban contentos, pues un niño iba a nacer en aquel lugar sin su padres
fueran de la región.
Eduardo y Nadia dejaron pasar esto pues pensaban que eran cosas comunes
que pasaban en la naturaleza y siguieron con sus vidas normalmente, hasta que
llego uno de los días más hermosos en sus vidas el cual fue el nacimiento de su
primogénito un lindo niño de ojos azules y una piel tersa y suave como el algodón
al cual llamaron Eduardo al igual que su padre.
La señora que ayudaba Nadia insistía en que tenía que bautizar al niño
pues en aquella región se acostumbraba a bautizar a los pequeños a los pocos
días de nacidos, pero ellos no estaban de acuerdo ya que querían que esto se
hiciera en la ciudad para que sus familiares estuvieran presentes, entonces
decidieron esperar ya que Nadia no estaba en condiciones para viajar hasta que
pasaran unos días.
Las siguientes noches se escuchaba en la casa unos murmullos y también
ruidos de objetos que caían, la despensa amanecía abierta como si algo hubiera
comido de ella y pensaron que era un ratón o cualquier otro animal hasta que un
día roció encontró una huellas diminutas que se habían marcado a causa de una
bolsa de harina que había roto el supuesto ratón, fue ahí cuando inicio la
alarma pues la pareja ahora si creía en los espíritus y estaba dispuesta a irse
en cuanto pudieran.
Él bebe fue cambiando pues paso de ser regordete y juguetón a niño muy
pálido y delgado, el estado del bebe fue empeorando y los ruidos y sucesos
fueron mermando hasta llegar al punto de regresar a la tranquilidad normal,
pero él bebe desafortunadamente murió a los 6 días de haberle notado lo pálido
y delgado. Se dice que ese mismo día un gran aguacero azoto aquella
región y que entre el ruido de las gotas del agua se podían escuchar sollozos
de los seres mágicos que acababan de perder a su hijo acompañando a los
lamentos de los padres que tenían la misma tragedia.
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