Esta historia se centraba en un señor como
de unos 40 años que vivía con su familia en un pequeño pueblito en la selva
chiapaneca, esta persona se llamaba juan y era un campesino muy trabajador que
diariamente recorría varios kilómetros a su trabajo, el cual no era fijo pues
dependiendo de las temporadas él, trabajaba desde albañilería hasta recolector
de miel.
Uno de sus días de
trabajo en las temporada de primavera, acudía a la colmena, donde se extraía la
miel, esta quedaba muy retirada del pueblo, pues las abejas en algunas
ocasiones se cruzaban con abejas africanas convirtiéndose en un enjambre
agresivo lo que podría ocasionar ataques a personas de la población, para
realizar la extracción de miel juan tuvo que ponerse el traje de apicultor por
lo que dejo su morral (en México el termino morral hace referencia a una
especie de bolsa que cargan los campesinos en donde llevan sus cosas de
trabajo) sobre unas rocas.
Terminando su oficio,
guardó la miel recién recolectada en los respectivos frascos para que los
dejara en casa de su patrón y como es costumbre, también lleno unas botellas
para su propio consumo, esta actividad le tomo bastante tiempo por lo que
decidió irse a su casa rápido, pues ese día parecía que iba a llover y en la
zona donde estaba se desataba un lluvia tremenda con muchos rayos los cuales
eran atraídos por los árboles y tenía miedo que uno de esos rayos lo golpeara
cuando fuera caminando bajo la lluvia.
Juan guardo un frasco
pequeño de miel en su morral y fue a entregar las recipientes de miel a su jefe
cuando llego este muy amable lo invito a comer a lo que juan respondió con un no,
pues se hacía tarde y se aproximaba la lluvia, entonces su patrón viendo lo
trabajador de juan le ofreció llevarlo a su casa pues era uno de los pocos
hombres que tenían auto en aquellos lugares, juan acepto y llego justo a tiempo
a su casa pues el aguacero ya se había desatado.
Al llegar a su casa, la
esposa de juan le pregunto que si traía miel y en eso se acordó de su morral el
cual había olvidado cerca de la colmena con el frasco de miel él entonces le
dijo que en cuanto parara la lluvia iría por el frasco, pues además de la miel
también tenía sus herramientas y temía que se las robaran, la lluvia parecía no
parar pero como a las 5 de la tarde el cielo se despejo y un poco de sol
ilumino la selva.
Entonces acudió al
sitio en donde había olvidado su morral y para esto tuvo que caminar cerca de
una hora, pues con la fuerte lluvia que acababa de pasar, el camino se hizo más
difícil, ya estaba anocheciendo cuando llego a la colmena, cansando por tanto
caminar juan se fue acercando con cuidado a las rocas donde había dejado su
morral pues no se había puesto el traje de apicultor, ya que la choza donde
guardaban los trajes estaba cerrada y la llave para abrir se encontraba en el
morral de juan.
Al irse acercando
pudo notar que se oían voces como de niños y varias carcajadas, cuando diviso
las rocas como a unos seis metros se percató de la presencia de unos seres
diminutos del tamaño de un muñeco, él se quedó como paralizado y por más que
quería hablar no podía hasta que uno de los duendecillos se le acerco y con voz
de niño le dio las gracias por la miel, seguido de esto los pequeños seres que
eran como 10 se fueron siguiendo una pequeña vereda en el monte.
Después de un rato
juan regreso a la normalidad tomo su morral y se fue muy asustado a casa donde
relato lo ocurrido a su esposa y a su suegra la cual le dijo que había tenido
mucha suerte pues los duendecillos que se topó eran los buenos y que diera
gracias a dios que no se había topado con los malos porque era seguro que le
hubiera pasado otra cosa peor.
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