Un amigo
me contó un día que en el colegio donde estudiaba habían duendes y
para que yo le creyera, me relato una serie de vivencias que tuvo con estos seres
que según él, solo se aparecían en la biblioteca por hoy solo les contare una
de sus historias.
Lo primero que me contó fue que siempre
que tenía que investigar algo o hacer una tarea en la biblioteca subía al
segundo piso, pues los libros de su nivel se encontraban en ese lugar, la sala
era espaciosa con libreros a los lados y algunos en el centro lo demás estaba
ocupado por sillones y mesas donde los estudiantes podían leer. Un día tenía
que entregar un ensayo de una buena cantidad de páginas por lo que llego a la
biblioteca como a las 4 de la tarde, para que le diera tiempo, pues la salida
de la escuela era a las 9 de la noche.
Al entrar a la sala esta lucia normal pues
habían varios estudiantes en ella y se encontró con uno de sus compañeros, que
iba de salida y a manera de broma le comento que no se quedara muy tarde por
que los duendes lo podrían espantar, ya que en la escuela donde estudiaba mi
amigo era muy conocida la leyenda de los duendes en la biblioteca, después de
platicar un rato, su amigo se fue y mi camarada que se llama Fernando busco el
material que necesitaba para su ensayo y se sentó en un sillón pues ya no había
mesas disponibles.
Fernando comenzó la lectura de su libro y
poco a poco se fue concentrando más y más, por lo que no se dio cuenta del paso
de las horas ni de que la sala se iba quedando sola, cuando termino el capítulo
que necesitaba para su ensayo se estiro un poco y vio a sus alrededores que ya
había mesas libres, por lo cual fue hacia una de ellas, la que estaba en el
centro de la sala y se dispuso a escribir el ensayo, pero antes de eso checo en
su reloj que eran las 7 de la noche, por lo que solo le quedaban dos horas para
terminar su trabajo.
Comenzó a escribir sin darse cuenta del
tiempo y mientras pasaban los minutos más personas abandonaban la biblioteca, hasta
el punto en donde solo quedaban tres personas en la sala y la encargada de la
biblioteca, que se encontraban en el primer piso pues ahí estaba la recepción,
esas tres personas eran Fernando y dos compañeros de él, uno de sus compañeros
llamado Julián se acercó a Fernando y le comenzó a hacer platica por lo cual mi
amigo se distrajo un poco hasta que la otra compañera de Fernando, llamada
Carla, les dijo a los dos que había terminado y que ya se iba.
Los dos muchachos al ver lo tarde que era,
se despidieron de Carla y a marchas forzadas comenzaron a escribir para terminar
su ensayo, pues ya les quedaba media hora, cuando Carla dejo la sala, en el
fondo de esta se escuchó un ruido que era como si se hubiera caído un libro
seguido de unos murmullos que los dos jóvenes no supieron entender, Julián se
asustó un poco y le pregunto a Fernando sobre lo que había escuchado, ellos
coincidieron en los sonidos y fueron a investigar pues Fernando le comento a
Julián que tal vez era algún animal que se había metido por la ventanas pues
todavía estaban abiertas.
Cuando llegaron al lugar solo vieron el
libro en el suelo el cual parecía ser muy antiguo, Julián lo levanto para
ponerlo en su lugar y justo en ese momento cerca de él, se escuchó un voz ronca
que le decía aleja tus sucias manos de mi libro, los dos jóvenes espantados
voltearon hacia atrás, pues de ahí parecía venir esa espantosa voz y lo que vieron
les dejo la sangre helada, a una corta distancia de ellos estaba un pequeño ser
con el cuerpo de un niño pero parecía muy viejo pues en su rostro se le notaban
arrugas y tenía canas.
El duende iba vestido con una especie de
traje, lo que más llamaba la atención hacia este, eran sus enormes orejas
puntiagudas y su nariz también puntiaguda, además parecía tener los dientes
podridos pues su aliento era desagradable y sus manos tenían unas uñas muy
largas que parecían garras, me relataba mi amigo con una cara de espanto, pues
solo de acordarse le daban escalofríos, después de eso los dos estudiantes
gritaron e intentaron salir de la sala pero como por arte de magia unos
sillones se atravesaron a su paso y los hicieron caer mientras corrían.
Sintieron morirse cuando el pequeño ser
avanzaba, muy despacio hacia ellos como disfrutando el momento y les dijo con
una sonrisa en el rostro que ese sería su fin, mi amigo cerro los ojos, pero en
el momento en que el duende comenzó a lanzar una especie conjuro la voz de la
encargada de la biblioteca se escuchó, ella les preguntaba si estaban bien,
Fernando y Julián se quedaron mirando y tartamudeando le comentaron a la
encargada lo que les había pasado, la encargada nos les creyó nada pues cuando
ella entro a la sala solo estaban los dos muchachos, tirados en el piso y con
todos los muebles en su lugar.
Después de esa experiencia mi amigo nunca
más se quedó tan tarde en la biblioteca, pues tenía miedo del duende que se
decía que ahí habitaba, tiempo después se enteró, de por qué la encargada de la
biblioteca no había visto nada pero eso es otra historia que muy pronto les
contare. Espero que les haya sacado un buen susto, comenten y califiquen en
relato.
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