Después de la desaparición de Jaime en aquella
casa, se comenzó una investigación a cargo del detective Antonio Gutiérrez,
quien rápidamente acudió a la casa para ver lo ocurrido. Viendo que no había
pistas, se puso a hurgar el lugar y encontró el viejo diario que don Jaime
había leído hacia un mes, el mismo día de su desaparición.
Leyó todo el diario, lo que provocó que empezara a atardecer, el detective al ver esto decidió continuar su investigación al día siguiente, cuando salía de la casa pudo sentir que alguien lo veía desde la ventana de un dormitorio, se dio vuelta rápidamente alumbrando con su lámpara y vio a un gato parado en el balcón por lo que no le prestó mucha atención.
Leyó todo el diario, lo que provocó que empezara a atardecer, el detective al ver esto decidió continuar su investigación al día siguiente, cuando salía de la casa pudo sentir que alguien lo veía desde la ventana de un dormitorio, se dio vuelta rápidamente alumbrando con su lámpara y vio a un gato parado en el balcón por lo que no le prestó mucha atención.
A la mañana siguiente regresó a la casa y
siguió buscando alguna pista. Justo al pie de las escaleras encontró el celular
de la víctima el cual estaba con la batería agotada, siguió con su búsqueda y
llegó a la habitación en donde Jaime había pasado su última noche y se puso a
revisar. En un armario encontró una caja de madera, que contenía una especie de
pergaminos y se dispuso a leerlos, se acomodó en la cama y comenzó, el primer
pergamino contenía una oración, que al parecer estaba en latín, por lo cual no
pudo comprender casi nada, solo algunas palabras que conocía, pues su madre le
había enseñado a rezar en latín.
El segundo papiro estaba escrito en español y
en él se narraba la historia de la maldición de la cama, comenzaba explicando
una supuesta maldición que se había realizado hacia una cama, pues la madera
con la que se había hecho pertenecía a un ídolo africano antiguo que encarnaba
al dios de la obscuridad. Decía que en el año de 1907 un hombre muy rico, había
adquirido una hacienda en el sur de México, a donde se llevaron muchos esclavos
del continente negro, estos esclavos llevaron sus tradiciones y costumbres a
aquel lugar y comenzaron a alabar a sus dioses.
Cuando el patrón de la hacienda, que era muy
católico se enteró de esto, ordenó a sus capataces y ayudantes que destruyeran
todo aquel paganismo, estos obedecieron y destruyeron todo lo que los esclavos
habían hecho, altares, ídolos de piedra y barro. Los esclavos no estaban
conformes con esto por lo que decidieron seguir con sus prácticas, llegando
hasta sacrificar animales ante el dios de la obscuridad y le hicieron un altar
en un árbol muy grande y frondoso, nuevamente los rumores de lo que pasaba
llegaron al rico hacendado el cual se enfureció.
Como él sabía que si los castigaba como antes
esto se podría repetir, esperó a que se confiaran y un día en plena ceremonia
al dios de la obscuridad, el hacendado llegó con sus hombres y en un acto de
cólera, mató a todo aquel que se resistiera a la destrucción de los altares,
pues vio como el chamán mataba un niño en un altar. Viendo que la gente no se
dejaba, clavó su espada en el pecho del chaman, quien antes de morir lanzó una
maldición, la cual decía que el dios de la obscuridad habitaría aquel árbol y
mataría a todos los que profanaran ese altar.
Pasando todo esto el hacendado mandó a cortar
el árbol y como vio que era de muy buena madera decidió hacer una cama con
ella, se la regaló a su hija y once días después desapareció, mientras el
detective leía aquel pergamino su teléfono sonó varias veces, pero como estaba
tan entretenido decidió apagarlo. Cuando por fin acabó de leer se dio cuenta de
que empezaba a obscurecer, decidió marcharse, pero antes de salir del cuarto un
extraño brillo llamó su atención, este provenía de detrás del armario, se
acercó y de entre las telarañas sacó una moneda de oro.
El detective trató de buscar más, pero la
obscuridad de la noche le impedía ver, por lo que busco su linterna y la
prendió, al hacer esto escuchó un fuerte grito que parecía estar detrás de él,
giró y vio a un ser de ojos rojos y afilados dientes sentado en la cama. Este ser
comenzó a reírse y con una vos ronca dijo: –Jaime, ven aquí, que ya encontré tu
remplazo, –en ese momento un espectro se acercó con unas cadenas, el supuesto
demonio se las quitó y con un gesto de burla se las puso al detective.
A la mañana siguiente en el patio de la casa
encontraron el cadáver de don Jaime el cual tenía en la mano derecha una moneda
de oro y en la izquierda un trozo de papel.
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